"... cybernetics studies the flow of information round a system, and the way in which this information is used by the system as a means of controlling itself: it does this for animate and inanimate systems indifferently. For cybernetics is an interdisciplinary science, owing as much to biology as to physics, as much to the study of the brain as to the study of computers, and owing also a great deal to the formal languages of science for providing tools with which the behaviour of all these systems can be objectively described."

Stafford Beer

martes, 22 de mayo de 2007

Patrones, Flujos e Inter-relaciones

Patrones, Flujos e Inter-relaciones

Por Molly Brown

Al principio de su carrera, Gregory Bateson escribió:

“Tuve el ligero sentimiento místico que debemos buscar la misma clase de procesos en todos los campos de los fenómenos naturales – que podríamos encontrar la misma clase de leyes aplicándose tanto en la estructura del cristal como en la estructura de la sociedad, o que la segmentación de un gusano de tierra podría realmente ser comparable a los procesos por los que se forman los pilares de basalto” (in Berman 1984)

La Teoría General de los Sistemas (TGS), que nació de las ciencias biológicas, trata de mapear los principios generales que se aplican al funcionamiento de todos los sistemas. En lugar de examinar los fenómenos mediante la división de las cosas en sus componentes, la TGS explora los fenómenos en términos de sus patrones de relaciones dinámicas. Este paradigma – desde la congelación en el tiempo de las cosas, hacia sus relaciones dinámicas – subyace el pensamiento sistémico.

¿Qué queremos decir con “sistema”? Podríamos usar el término “sistema” para cualquier patrón de relación, desde un átomo a una galaxia, desde una célula a un ecosistema. Como un sistema , yo funciono a través de relaciones por dentro y hacia fuera de “mi”. Estas palabras fluyen sobre este documento a través de una miríada de complejas inter-relaciones dentro de este “cuerpo-mente”. A medida que las lees, las palabras crean una relación entre tu y yo, a medida que las procesas dentro de las complejidades de relaciones de tu cuerpo / mente. Mis palabras son inteligibles para ti, debido a la complejidad de relaciones que forman el lenguaje y cultura que compartimos.

Ciertos patrones de relaciones y flujos de información parecen ser inherentes a todos los sistemas vivos, en plantas, animales, ecosistemas, grupos sociales, comunidades y organizaciones. Fuera de estos patrones, nuestro variado universo se forma a sí mismo, así como toda la vida dentro de él.

I. Cada sistema vivo funciona como un conjunto, manifestando propiedades que no son evidentes en sus partes. Como el antiguo sabio dijo, el conjunto es más que la suma de sus partes. Un ser humano es algo más que un conglomerado de carbón, oxígeno y agua, mezclados con otros pocos minerales. Un humano es incluso más que un conglomerado de células y tejidos. Esta combinación de elementos, o células y tejidos se hace tanto para el conjunto de la humanidad, como para cada uno de los individuales seres humanos. Por tanto, a cada nuevo nivel de organización sistémica, emergen nuevas propiedades y capacidades, a menudo más allá de lo nosotros los humanos podríamos predecir.

La Ciencia a menudo ha intentado describir o definir un sistema, enumerando las propiedades de sus partes, lo intentó y finalmente falló. Describiendo electrones, fotones, neutrones y demás no conseguimos tener un dibujo completo del átomo. Incluso si tratamos de incluir las relaciones del electrón con el núcleo, los protones con los neutrones, etc, fallamos de nuevo. De igual manera, en el macrocosmos, no podemos definir una nación con enumerar sus ciudadanos y sus características, sus leyes, sus estructuras institucionales, etc. Una nación, como “conjunto” comprende a todas sus partes y sus inter-relaciones, y las irreductibles propiedades que emergen de sus procesos dinámicos.

II. Maravillosamente las “partes” de cada “conjunto” son también “conjuntos”. Cada sistema vivo está hecho de subsistemas y también son miembros de uno o más sistemas mayores, formando una clase de “jerarquía anidada” – los sistemas dentro de sistemas, circuitos dentro de circuitos, campos dentro de campos. Por ejemplo, nuestros cuerpos están hechos de un sistema respiratorio, un sistema digestivo, uno reproductivo, etc. Nuestros cuerpos incluso contienen sutiles ecosistemas para varios microbios simbióticos que nos ayudan a digerir la comida y mantienen las propiedades químicas equilibradas en varios de nuestros fluidos. Al mismo tiempo, nuestros cuerpos son parte de sistemas más grandes: familias, comunidades y ecosistemas que nos proporcionan comida, aire, agua y otras necesidades vitales. Nuestra “variedad de productos” proporcionan comida, aire, agua y otras necesidades vitales a otras partes de estos sistemas mayores. Estamos “anidados” dentro de estos sistemas más grandes, y a su vez “anidamos” a otros (sub)sistemas dentro de nosotros.

Estas jerarquías anidadas tienen un estructura completamente diferente a la clase de jerarquía de poder tan familiar a las sociedades humanas. No hay ninguna regla individual en lo más alto; en lugar de eso, de una única manera, la pertenencia colectiva de un sistema gobierna al conjunto mediante la magia de la sinergia. El beneficio mutuo y la cooperación entre las partes, y entre “las partes” y el “conjunto mayor” guían las relaciones. Un subsistema puede especializarse en desarrollar las funciones de coordinación necesarias, pero difícilmente podría afirmarse que el sistema nerviosos es “el jefe” de nuestro cuerpo. Simplemente transmite los mensajes de lo que sucede en cualquier lugar y de las respuestas que son requeridas. Incluso cuando vemos a las organizaciones empresariales como sistemas vivos, vemos que “el jefe” es realmente otra “parte” del sistema, especializada con el trabajo que tiene que realizar. La organización completa, incluyendo desde el trabajador con menor salario, hasta el jefe, conforman “el conjunto mayor” en la jerarquía.

Desafortunadamente, pocos jefes o empleados comprenden las relaciones del subsistema con el sistema mayor, y frecuentemente actúan de forma que alteran el funcionamiento saludable de sus organizaciones. Los gestores de alto nivel, pueden asumir que debido a que ellos están en “lo más alto”, sus propias necesidades importan más que las de los demás; pueden tomar decisiones basadas, más en sus preferencias personales que en las necesidades de la organización. Los empleados disgustados pueden hacer responsables a sus jefes por la baja moral y fallar al no darse cuenta de como sus propias quejas y su disminución en la productividad contribuyen al problema global. E incluso las organizaciones que utilizan principios sistémicos dentro de su filosofía de gestión pueden fallar a los conjuntos mayores dentro de los cuales, son subsistemas – los conjuntos mayores tales como las comunidades socioeconómicas y los ecosistemas de los cuales dependen. La mayoría de nosotros en el error, una y otra vez, de pensar en nosotros mismos en separación de cualquier otra cosa, olvidando que estamos completamente interconectados y anidados dentro de la familia humana y la biosfera de la tierra.

III. De una manera maravillosa, los sistemas vivos responden al cambio; sobreviven y se manejan dentro de condiciones de constantes cambios medioambientales y con el constante flujo de energía, sustancias e información entre ellos. Este flujo de entrada-salida terminaría con la inmediata desaparición del sistema si no fuera capaz de mantener su estructura, sus patrones, a lo largo del tiempo. Sin embargo, los sistemas vivos lo hacen; mantienen su forma en una especie de fluctuación, de equilibrio dinámico. Los animales de sangre caliente por ejemplo, mantienen su temperatura corporal dentro de un determinado rango; todas las criaturas vivas se nutren ya sea absorbiendo la luz (y creciendo hacia la luz) o buscando y consumiendo otros organismos. Aunque con el tiempo, podamos ver cambios en la cara de nuestros amigos, aún los reconoceremos; ellos mantienen una coherencia en el patrón de su estructura facial, a medida que las viejas células mueren y se desechan y otras nuevas son creadas, al igual que el tono muscular cambia con los cambios de tiempo y las situaciones de estrés.

IV. Al mismo tiempo, los sistemas vivos se adaptan a los cambios en su entorno, crecen, se desarrollan y evolucionan. Cuando la población de ratones de una región, disminuye repentinamente a causa de una epidemia, los depredadores que se adaptan a las nuevas presas, sobreviven; aquellos que permanecen siendo “depredadores de ratones” se extinguirán. Los eventos de la vida nos afectan y nos cambian; y podemos ver esos cambios reflejados en la, a pesar de todo, familiar cara de nuestros amigos. La habilidad de los sistemas vivos para adaptarse y auto-organizarse les permite desafiar a la segunda ley de la termodinámica, la cual insiste en que todo escapa y retorna a un estado de desorganización y homogeneidad. No ocurre así con los sistemas vivos! Ellos continuamente se reorganizan a sí mismos dentro de patrones e inter-relaciones más complejos.

Retroalimentación

Las relaciones y los patrones se suceden a través de flujos de información; Recibo información a través de mis sentidos, a medida que los sistemas que hay dentro y alrededor mío, interactúan, y mi respuesta une ese flujo. Montando en una bicicleta, disfruto de una relación entre la bicicleta, la carretera y el paisaje, a través de la retroalimentación que recibo de ver, oír, la sensación de presión contra mi cuerpo y sensación de movimiento y posición. Cuando el flujo de información es limitado o interrumpido, la relación sufre y mi respuesta a mi entorno puede fallar. Si cierro los ojos, puedo no recibir la información necesaria sobre mi relación bici / cuerpo con una roca, y fallar al hacer los ajustes necesarios para evitar la colisión.

Para mantener la coherencia de forma, los sistemas tienden a responder al flujo de información de manera que contrarresten cualquier desviación de sus patrones de interacción establecidos. Los pensadores de sistemas llaman a este intercambio entre los sistemas y el entorno “retroalimentación negativa” porque reduce la desviación. Tales respuestas cambian las relaciones de los sistemas con el entorno, para restaurar las condiciones dentro de un rango tolerable. Por ejemplo, cuando nos sobrecalentamos, los flujos de retroalimentación negativa dentro de nuestro cuerpo, crean la transpiración, la evaporación del cual, enfría nuestros cuerpos, devolviéndolo dentro de su rango de temperatura óptima, reduciendo la desviación de nuestra temperatura desde esta norma. La retroalimentación negativa regula cada aspecto del funcionamiento sistémico; esencialmente define y delimita cada sistema, en espacios complejos e inter-penetrados.

Sin embargo, las cosas cambian tanto en grandes maneras como en pequeñas. Los cambios en el entorno interior o exterior, pueden ser tales que los patrones establecidos de respuesta no puedan acomodarse. Los sistemas deben adaptarse ellos mismos, deben encontrar nuevas respuestas. Deben desviarse desde sus patrones establecidos, deben encontrar respuestas que les traigan de nuevo a la armonía con su entorno. Una respuesta que en esta situación, reduce la desviación, falla al hacerlo en nuevas condiciones; la desviación continúa sin ser controlada e incluso se amplifica, se vuelve mayor. Algunos teóricos sistémicos llaman a este proceso “retroalimentación positiva” . Si esta amplificación continua el suficiente tiempo, se vuelve “retroalimentación positiva de escape”, el cual eventualmente – o rápidamente – destruye el sistema- Para que el sistema sobreviva, debe establecer rápidamente un nuevo patrón de respuesta adaptado a las nuevas demandas del entorno y darle soporte de nuevo con retroalimentación negativa.

La retroalimentación positiva puede no ocurrir en la naturaleza por diseño, a menos que esté pre-ordenada para se parte de un ciclo más inclusivo de retroalimentación negativa (por ej. El proceso del nacimiento), o por un accidente.

Dentro de los sistemas sociales, sin embargo, la retroalimentación positiva puede ser inducida deliberadamente o prologada mediante la imputación de un “impulso” en algún punto de un ciclo existente, o mediante la supresión de una retroalimentación negativa.

La retroalimentación positiva y negativa operan conjuntamente en los sistemas vivos. Si un sistema tan solo se mantiene a si mismos, de acuerdo a los patrones establecidos (tal y como sucede con la mayoría de los sistemas mecánicos), sería incapaz de adaptarse condiciones cambiantes del entorno y eventualmente se desharía, explotaría o se colapsaría. Esta es la razón por la que los humanos debemos mejorar constantemente nuestras maquinas para mantenerlas en funcionamiento. Si un sistema solo experimenta retroalimentación positiva, no tendría integridad, no mantendría ningún patrón y dejaría de existir instantáneamente como un conjunto coherente. De manera que adaptándose a las condiciones cambiantes cuando son estimuladas por la retroalimentación positiva, todos los sistemas vivos se mantienen a si mismos a través de la retroalimentación negativa y reducen la desviación entorno a nuevos patrones de respuesta tan pronto como sea posible.

Y aquí es donde los humanos una y otra vez nos metemos en problemas, a causa de que suprimimos deliberadamente la retroalimentación negativa, mediante mentiras y pretextos, e inconscientemente a través de la negación y la auto-decepción. La retroalimentación negativa desde el entorno natural podría reducir nuestra jihad industrial; la retroalimentación negativa de aquellos empobrecidos por nuestro sistema económico podría disminuir los beneficios corporativos. De manera que permitimos ciclos de retroalimentación positiva para seguir sin comprobar las consecuencias; por ejemplo, continuamos fabricando más y más automóviles, que necesitan más y más gasolina, vaciando las reservas existentes y necesitando buscar nuevas fuentes, destruyendo más y más delicados ecosistemas, aumentando los precios, forzando a las gentes del Tercer Mundo a abandonar sus tierras, aumentando la pobreza para mucho y la salud para unos pocos, creando guerras, y así sucesivamente. Ignoramos las señales del agotamiento de los recursos, la polución y los efectos sociales que alcanzan límites letales. Cuando esos límites letales sean finalmente alcanzados, la retroalimentación finalmente devolverá al ecosistema a su nivel de equilibrio – pero sin nosotros, y sin miles de otras especies que se encuentran en la actualidad bajo la amenaza medioambiental.

Recordando nuestras Interrelaciones

Dentro de las culturas desarrolladas en la Tierra, tanto aquellas antiguas como las pocas que sobreviven hoy en día, el ritual y el arte constantemente recuerda a las personas su relación con los mayores conjuntos globales de la comunidad y la naturaleza. Los rituales, el arte y las costumbres sociales sirvieron como retroalimentación negativa, para mantener las relaciones de los individuos hacia el conjunto. Los Chamanes y otros antiguos, fueron pensadores sistémicos, que aplicaban principios sistémicos de una manera bastante eficiente, aunque el lenguaje y las metáforas que usaban para expresarse fueran muy diferentes de las nuestras de hoy en día. Los ritos del nacimiento y el funeral reconectan a las personas con la Tierra de la cual emergen y hacia la que retornan. ayudaron a que el sentimiento individual se integrara en el de la comunidad, honrando su individualismo al tiempo que recordaba sus responsabilidades hacia el conjunto. Un cazador rezando al alma de un animal que ha abatido se recuerda a si mismo , aunque se preocupara de su propio interes al conseguir comida. Los festivales de las estaciones generaron sentimientos de gratitud y respeto por los elementos y las formas de vida que alimentaban, vestían y alojaban a las personas.

En constante consciencia de su interrelación con todas las vidas que les rodeaban, las elecciones de los indígenas tendían a estar en armonía con el bienestar del conjunto.

Las culturas de la Tierra, tendían a auto-mantener y a auto-organizarse en armonía con su entorno. Ocasionalmente una comunidad cometería errores fatales y destruiría su habitat. a los habitantes del Cañón de Chao en el norte de Nuevo Méjico, quienes aparentemente talaron todos los bosques que les rodeaban y finalmente tuvieron que abandonar su ciudad todos juntos. Sin embargo su número era pequeño y su impacto sobre las naturaleza salvaje fue limitado.

Nosotros, los humanos modernos, sin embargo somos grandes en número y nuestro impacto sobre el entorno planetario es enorme. Y hemos olvidado quienes somos. No tenemos rituales y costumbres sociales que nos reconecten con la Tierra y con el resto de formas vida con quien convivimos. Ignoramos nuestra interdependencia y nuestra interrelacion con la vida que nos rodea, y nuestra auto-reflectiva consciencia se ha convertido We have mistaken the tiny arc of “purposive rationality” for the whole circuit of information and contingency. We have used our creative capacities to destroy rather than enhance, to compete rather than celebrate, to respond haphazardly rather than carefully to changes around and within us. >

A cuasa de que no comprendemos que cada uno de nosotros es un subsistema, dentro de subsistemas mayors de humanidad y naturaleza, constantemente hacemos elecciones como si nuestro propio interés estuviera separado del bienestar del conjunto. Y estas elecciones, hechas en ignorancia de estas interelación de cosas, ha llevado invariablemente hacia mayores perturbaciones del conjunto, en lo que puede ser descrito como ciclos de retroalimentación positiva de escape. La mayor parte del tiempo, los sistemas mayores son capaces de auto-mantenerse dentro de estas perturbaciones y yo recibiré una retroalimentación que provoque un cambio en mis acciones en consecuencia. Pero yo puedo responder competitivamente, reafirmándome e intensificando mi comportamiento. Esto perturbará a los sistemas mayores aún más, y la retroalimentación que recibiré podrá aumentar en intensidad también. Por tanto, por mi acción ignorante y sin cuidado, he puesto en marcha un ciclo de retroalimentación positiva de escape, con reverberaciones dañinas a través de los sistemas amyores, y dentro de mi propia e inmediata esfera de vida. Elizabet Sahtouris (1989) escribió:

Nuestro mayor conflicto está en si los individuos deberían sacrificar su interés individual al bienestar del conjunto o si el interés individual debería reinar por encima de todo, con la esperanza de que los intereses del conjunto protegerán a todos. NO hay ser vivo en la naturaleza, fuera de nuestra especie, que jamás se haya enfrentado a tal elección, y si consultamos a la naturaleza la razón se muestra obvia. La elección no tiene sentido, porque ninguna alternativa puede funcionar. No hay ser vivo en la naturaleza que pueda ser completamente independiente, aunque la independencia llama a todas las formas de vida, tanto si es una célula, una criatura, una sociedad, una especie, o un ecosistemas completo. Cada ser vivo es parte de un ser vivo mayor, y como tal su propio interés debe ser templado con el interés del ser vivo mayor al cual pertenece. Esta mutua consistencia funciona constantemente allá fuera en cualquier lugar de la naturaleza (p.26-7)

How do we fall prey to this nonsensical choice of “self-interest” over the interest of the larger whole? Self-reflective consciousness tempts us with such choice, it would seem, and allows us to filter the feedback we receive from the larger whole. We are able to ignore feedback that other creatures, who respond instinctively, cannot. To some extent, self-reflective consciousness demands that we do this, because we cannot accommodate in our conscious awareness all the information that presents itself to us, moment to moment. We have to filter and select.

Perhaps, then, our problem lies with the criteria we use to make these selections. And even these criteria are determined by our assumptions about who we are in relation to the world. We will screen out information that conflicts with our view, or that might prompt us to act in conflict with our view. So, once again, if I think I am separate and competitive, I will disallow information (feedback) on the harmful effects of my actions on other humans, other living beings, or the ecosystem. That information doesn’t matter much if I believe I exist separate from those others. I can ignore feedback about environmental catastrophes, or even deny its veracity, because I believe I exist apart from all that. “What is destroying our world is the persistent notion that we are independent of it, aloof from other species, and immune to what we do to them” (Joanna Macy, 1991, p. 13).

For millions of years as hunter-gatherers, humans regulated themselves in relative harmony with the ecosystem. Then somewhere along the line, perhaps with the development of agriculture, perhaps even later, a large group of humans fell into a kind of madness, a hubris that led us to believe we could function outside the balance of nature. We thought we could have our planet and consume it, too. We suppressed any information to the contrary and went about reconstructing things more to our liking (or at least to the liking of a powerful and wealthy elite). And we got away with it for a while, because the earth is a big place with lots of territory to pillage and trash and then move on. Globalization in recent decades has enabled large industries to extract what they need from land and labor, and leave the toxic wastes and cultural destruction in areas far from home, so that the devastating effects of their enterprises don’t directly affect the people in control. But now we are running out of room and the negative feedback loops are getting smaller. Our technologies are so powerful that their pollution circles the globe and affects the climate of the entire planet. Chernobyl poisoned all of Europe with radiation, and to a lesser extent, parts of North America. If we now begin to receive the informational feedback available to us, we can respond in ways that reduce our insane deviations from balance. We must pay attention to feedback about the effects of our behavior, so we can regulate and organize our human systems intelligently and maintain a viable habitat for humans and other living creatures on earth.

So we come full circle back to our original quandary: how do we remember who we are? How can we create reminders within our cultures of our interconnectedness with all of life? How can we set up better criteria for selecting information for our attention, so that we stop ignoring the very information we need to self-maintain and self-organize ourselves in harmony with the larger whole? We must grapple together with these questions in seeking to transform our consciousness and our culture towards sustainability.


References

Bateson, Gregory, in Berman, M. (1984). The Re-enchantment of the World. (New

York: Bantam).

Macy, Joanna. World As Lover, World As Self. Berkeley: Parallax Press, 1991.

Sahtouris, Elisabet. (1989) Gaia: The Human Journey from Chaos to Cosmos.

Pocket Books, Simon & Schuster

Traducido por: Carlos Castillo Savasgören reclaim_the_world@yahoo.es

Revisado por:

No hay comentarios: